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Filosofía en los jóvenes

  • Diego Montero. Estudiante de Psicología de la
  • 12 abr 2016
  • 3 Min. de lectura


Muchas de las indagaciones que se hace el ser humano durante su vida se dan durante la adolescencia y provienen de la búsqueda de identidad: “¿Quién soy yo?”, “¿Quién quiero ser?”. Durante este período comienza la búsqueda del joven de encontrarse a sí mismo antes de decidir qué hacer durante su vida. Se vive una etapa llena de cambios, confusiones y de crecimiento (No sólo físico sino también intelectual) en la que el niño del ayer empieza el camino para ser el adulto del mañana. Algo que siempre ha definido al ser humano es aquella sed de respuestas que lo acompaña desde su nacimiento, y entre muchas de las incógnitas a las que le busca respuesta están las que se refieren a su propia realidad, a lo que observa, a lo que toca, a todo aquello con lo que está en contacto, entre otros. Una persona autónoma de pensamiento aplica su razonamiento ante la duda que presente, cuestiona, indaga, investiga y no se contenta con una simple explicación proveniente de alguien más debido a que todos percibimos la realidad (Lo que está alrededor de nosotros) de una manera diferente. Si alguien se limita ante lo dicho por otra persona sobre algún tema en vez de desarrollar sus propias ideas al respecto no será capaz de atender al llamado de uno de los deseos más naturales del hombre (La curiosidad) y puede correr el riesgo de no encontrar una respuesta que satisfaga dicho deseo. Muchos de los grandes descubrimientos o entendimientos de nuestra realidad con los que contamos hoy en día empezaron por alguien que no se limitó y se preguntó: “¿Y qué tal si...?”


¿Qué sentido tiene la filosofía?

El sentido de la filosofía va más allá del simple estudio o compresión de las vidas de antiguos pensadores; el verdadero “Amor a la sabiduría” consiste en aplicar la razón más allá de lo antes estipulado, más allá de los limites propuestos por las ciencias, las religiones o incluso las ideas ajenas. La filosofía permite entender y reflexionar sobre todo lo que nos ocurre y nos rodea: Situaciones, problemas, emociones, inquietudes… Su importancia radica en la facultad que nos da de tomar decisiones correctas, rápidas, justas y libres basadas nada más que en el propio razonamiento (Se analiza, se reflexiona, se decide y se concluye que…) Proporciona las facultades necesarias para la construcción de un mundo más justo, más solidario y más humano; junto a la posibilidad de responder a grandes preguntas “¿Quién soy?”, “¿De dónde vengo?”,“¿A dónde quiero llegar?”, “¿Por qué ocurre esto?”, entre otras… Todo se puede englobar en algo muy simple: La filosofía permite el un mejor desarrollo del ser humano.


Al practicar el “amor a la sabiduría” el adolescente logra forjarse un carácter analítico, llevando la razón y la lógica como bandera ante cualquier problema que pueda presentársele. No se siente menospreciado por “Ser diferente”, tiene fe en lo que realiza pero aun así escucha y analiza las opiniones ajenas en busca siempre de aquello que considere mejor para lograr su objetivo. Tiende a mejorar, practica la autocrítica, aprende de sus errores, acepta el cambio (adaptándose a él) y dirige su vida hacia donde cree conveniente, desarrollando habilidades para esto.

¿De qué manera influye en nuestros entornos sociales?

El entendimiento y la práctica de la filosofía en los jóvenes también influyen en su entorno social (Y en quienes formen parte de este). La persona se aprecia a sí misma y por lo tanto aprecia a los demás, se siente bien consigo misma y por lo tanto los demás se sienten bien con ella. Percibe a los demás como únicos y diferentes, sin denigrar a ninguno. Insiste a su familia, amigos o conocidos a ofrecer su propia opinión sin emitir juicios o denigrar si se encuentra con una opinión diferente a la suya. Actúa de manera justa e insta a que todos actúen de la misma manera. Amplía su círculo de amistades; evita los conflictos, escucha lo que otra persona tiene que decir y en caso de no estar de acuerdo intenta hacer comprender su punto de vista mediante la lógica, en vez de impartirlo. Conoce la importancia de la práctica de los valores tanto en el hogar como fuera de él, lo que conlleva a una mejor convivencia (Sobre todo en una etapa tan conflictiva como la adolescencia). Maneja su agresividad sin hostilidad y sin lastimar a los otros, acepta las equivocaciones de las otras personas al tiempo que les recalca la importancia de aprender de ellos, y especialmente: Practica la solidaridad, el respeto, la justicia, la ética y fomenta a la formación de adultos intuitivos y perceptivos, dentro de una sociedad más justa, más tolerante y más humana.

 
 
 

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