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Los Secretos

  • filosofiaunyversal
  • 6 mar 2016
  • 1 Min. de lectura

El ser humano se ha caracterizado siempre por seguir sus instintos y en un gran número de veces ha zarpado un largo viaje en busca de satisfacer sus necesidades o apetitos hedonistas dejando a un lado los paradigmas o supersticiones dados por la sociedad; De allí resulta una dinámica complicada entre aquello que se quiere y lo que debe hacerse para resguardar la moral.


Para ello, se ha encontrado una justificación a tal razonamiento en una situación enmarcada por Jeremy Bentham el cual construyó una cárcel en donde cada prisionero podía ser observado en todo momento, sin embargo cada recluso no sabía el momento exacto en que estaba siendo vigilado. Esa incertidumbre, afirma Bentham: “conduciría a que todos se portaran bien para evitar sanciones de sus captores”.


Por consiguiente, queda evidenciado que cuando el hombre se identifica como libre, utiliza esa libertad para establecer claros límites de lo que ofrece a la vista pública y lo que reserva para su intimidad, es decir, lo que es suyo y secreto. Resultaría oportuno, hacer una pausa para identificar el motivo por el cual escondemos y la razón que justifica esa actitud.


Finalmente, se puede asumir entonces que esos necesarios secretos evidencian la innegable rebeldía humana contra la moral, el conflicto sobre la validez y vigencia de nuestra identidad bajo los códigos que tenemos al alcance. Por tanto, el hombre ha creado espacios de reflexión o cámaras ocultas dentro de sus actos, los cuales puede que sean considerados como sanciones, y no precisamente como actos trasgresores, malvados ó delictivos.



 
 
 

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